El edificio, que alberga un nuevo museo, quiere formar parte de Zaragoza. Por ello se constituye como un volumen singular de apariencia escultórica, formado por dos piezas desplazadas entre sí que permiten la observación del paisaje urbano. La elevación de los dos cuerpos que albergan las salas de exposiciones y el restaurante permite liberar la planta baja, dando continuidad al parque por debajo de una parte del edificio y conectándolo así con la ciudad de Zaragoza.
La estructura del museo está formada por una serie de muros de carga, un pilar fusiforme y un núcleo de hormigón armado en que se apoya una subestructura de acero formada por varias cerchas trianguladas, que funcionan como voladizos. El pilar fusiforme, de 25 metros de alto, que tiene como armado una cercha de acero triangulada, se ocupa de mantener la gran cercha que alberga la planta tercera y la cuarta del edificio, y resiste los esfuerzos del voladizo de la segunda planta.
Tanto las escaleras para visitantes, que se encuentran en el núcleo central de hormigón armado, como las de emergencia, en el exterior, soportadas mediante una estructura ligera, funcionan como elementos representativos. La fachada se cubre mediante bandejas de chapa de aluminio de 3 mm de espesor, que han sido previamiente definidas mediante procesos de perforación o de embutición, y que crean una envolvente continua con dibujos orgánicos.